Finaliza aquí una etapa profundamente transformadora: mi paso por el Centro de Día APADIS como psicopedagoga en formación. Este blog ha sido más que un diario de intervención; ha sido un espacio donde he podido ordenar, comprender y resignificar lo vivido.
A lo largo de estas semanas he pasado de observar con cautela a intervenir con criterio y con corazón, sintiéndome cada vez más parte del proceso de acompañamiento emocional de los usuarios del centro.
Una mirada global al proceso
Desde la detección de necesidades hasta la última sesión, he aprendido a diseñar intervenciones realistas, ajustadas al contexto y con impacto emocional y educativo. El enfoque vivencial, las adaptaciones comunicativas y la flexibilidad metodológica han sido claves para sostener un proceso que ha exigido planificación, presencia y capacidad de escucha.
Todo lo trabajado se conecta de forma natural con contenidos de asignaturas como:
-
Evaluación psicopedagógica, al diseñar instrumentos adaptados y analizar indicadores.
-
Educación emocional y convivencia, al construir espacios seguros para expresar lo que se siente.
-
Asesoramiento psicopedagógico, al dialogar con el equipo del centro y compartir propuestas.
Lo profesional y lo personal se cruzan
Estas prácticas me han llevado a explorar también mis límites y potencialidades:
-
Descubrí que tengo una gran capacidad para sostener emocionalmente los silencios, algo que en otros contextos me inquietaba, pero aquí se volvió valioso.
-
Me enfrenté al reto de ceder el control, de dejar espacio para lo imprevisible, sin abandonar la estructura de la intervención.
-
Confirmé que me siento cómoda en entornos no escolares, donde la intervención es más humana, más abierta, más flexible.
-
Aprendí a regular mis propias emociones, especialmente cuando la frustración o la inseguridad amenazaban con interferir en mi rol.
Identidad profesional en construcción
Estas prácticas me han enseñado que ser psicopedagoga no es solo saber diseñar un buen plan, sino aprender a estar, a observar sin juicio, a intervenir sin imponer, a generar confianza en vez de dependencia. Me he visto capaz de:
-
Traducir necesidades en acciones.
-
Adaptar la teoría a lo que el grupo necesita.
-
Valorar el impacto de lo pequeño.
-
Ser parte de un equipo desde la escucha activa.
Y todo esto ha impactado directamente en cómo me veo como futura profesional: más crítica, más empática, más comprometida con una psicopedagogía centrada en la persona.
Concluyo este blog agradeciendo lo vivido. Sé que no tengo todas las respuestas, pero ahora tengo más preguntas significativas, más herramientas, y sobre todo, más convicción de que este es mi lugar: acompañar, intervenir, aprender, volver a empezar