Empezamos desde lo más básico (12/05/25)

El pasado jueves 8 realicé la primera sesión de la intervención psicopedagógica, la cual se centró en una actividad llamada “¿Cómo me siento hoy?”, cuyo objetivo principal era identificar y nombrar emociones básicas a través de apoyos visuales y un panel pictográfico. Se desarrolló en un entorno tranquilo del Centro de Día APADIS, con un grupo de ocho usuarios previamente seleccionados.

Objetivos trabajados

OE1: Identificar y nombrar emociones propias.

OE2: Expresar emociones a través de lenguaje verbal o no verbal.

OE3: Emplear estrategias básicas de autorregulación.

OE4: Participar activamente en contextos emocionales grupales.

Reflexión personal y análisis teórico

Esta primera sesión me permitió pasar de la planificación al contacto real con las personas, lo cual es un cambio significativo. Comprobé cómo el enfoque constructivista y vivencial cobra vida cuando se genera un espacio de seguridad emocional.

La teoría de Kolb (1984) sobre el aprendizaje experiencial fue clave: al tocar, ver y elegir, los participantes conectaron con sus emociones sin necesidad de una verbalización compleja.

Me sorprendió positivamente cómo el uso del panel pictográfico funcionó como un catalizador emocional

Evidencias del proceso

Observaciones personales

Esta primera toma de contacto fue tan sencilla como poderosa. Me llamó especialmente la atención que, aunque las opciones eran visuales y accesibles, al menos dos participantes dudaron al elegir una emoción. Esto me hizo reflexionar sobre cómo la identificación emocional no es automática, ni siquiera con apoyos visuales, y que, en muchos casos, requiere modelado, tiempo y acompañamiento.

Tuve que reajustar mi rol: no como alguien que “aplica una actividad”, sino como una figura que sostiene emocionalmente el espacio y ofrece claves para que otros puedan expresarse. Me encontré pendiente de las miradas, de los gestos, del silencio, mucho más que de si elegían el pictograma correcto.

También noté cierta inseguridad inicial por mi parte, algo natural en una primera sesión real. Sin embargo, ver cómo uno de los usuarios señalaba el pictograma de “feliz” y luego lo repetía verbalmente, aunque fuera una sola vez, validó todo el proceso y me animó a seguir con más confianza. Además, uno de los usuarios no habla ni comunica nunca nada ni con la ayuda del comunicador y, ese día, pude encontrar la forma de que lo hiciera relajándolo con cosquillas y estimulándole sensorialmente, él se sentía relajado y cómodo por lo que respondía bien a la actividad.

Esta sesión me confirmó que la teoría me da la base, pero es la práctica la que me forma como futura psicopedagoga.

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