El pasado día 18 también se llevó a cabo la sesión 4 de la intervención.
Descripción de la actividad
En esta cuarta sesión, titulada “La emoción escondida”, trabajamos el reconocimiento emocional a partir de estímulos sensoriales. La actividad consistía en asociar objetos cotidianos a emociones básicas, utilizando el tacto, la vista, el olfato o el sonido. Por ejemplo: una pelota antiestrés para el enfado, una pluma suave para la calma, o una imagen de grupo para la alegría.
Objetivos trabajados
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Reconocer emociones en estímulos sensoriales simbólicos.
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Relacionar objetos, situaciones o sensaciones con una emoción concreta.
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Estimular el pensamiento asociativo desde un enfoque emocional.
Reflexión personal y análisis teórico
El enfoque multisensorial resultó altamente efectivo. Según autores como Ayres (1972) y enfoques actuales de estimulación basal, el uso del canal sensorial facilita la comprensión de contenidos abstractos en personas con discapacidad intelectual.
Esta sesión me permitió ver que no todos los usuarios acceden a la emoción desde la palabra o el gesto, y que el tacto, el olor o una textura pueden desencadenar asociaciones emocionales muy precisas.
Evaluación de la intervención
Todos los usuarios participaron activamente, mostrando curiosidad. Cuatro realizaron asociaciones correctas entre objeto y emoción. Dos requirieron apoyo verbal, pero lograron completar el ejercicio.
IR3 (relaciona una emoción con una situación real o estímulo sensorial) fue alcanzado por el 100% del grupo, con distintos grados de autonomía.
Observaciones personales
Esta fue una de las sesiones más sorprendentes: elementos simples provocaron respuestas profundas. Uno de los usuarios relacionó un pañuelo suave con “cuando me acaricia mamá” y eligió la emoción “tranquilo”. Esto me confirmó el poder emocional de lo sensorial, algo que a menudo olvidamos.