La segunda sesión (realizada el mismo día que la primera) se tituló “Mi cara lo dice todo” y tuvo como objetivo trabajar la expresión emocional a través del cuerpo y la mímica facial. Se planteó como una dinámica lúdica y participativa, que permitiera reforzar lo trabajado en la sesión anterior —el reconocimiento emocional— desde un canal más gestual y corporal.
La estructura de la sesión fue:
1. Inicio: breve repaso del panel de emociones con apoyo visual.
2. Dinámica principal: juego de mímica en el que cada participante debía representar una emoción con el rostro o el cuerpo, mientras los demás intentaban adivinar cuál era.
3. Cierre: reflexión compartida sobre qué emoción resultó más fácil o difícil de mostrar.
Objetivos trabajados
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Expresar emociones de forma no verbal, a través de la mímica.
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Reconocer emociones en los gestos faciales y corporales de los compañeros.
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Reforzar el vínculo grupal desde una actividad dinámica y emocionalmente significativa.
Reflexión personal y análisis teórico
Esta sesión fue mucho más activa y expresiva. A diferencia de la primera, que tuvo un tono más tranquilo, aquí se generaron momentos de risa, sorpresa y complicidad entre los participantes.
En esta ocasión me fue especialmente útil recordar lo que sostiene Wallon (1942) sobre la importancia del cuerpo como primer canal de expresión emocional, y cómo en personas con dificultades comunicativas, el cuerpo sigue siendo una vía válida y rica para expresarse.
También vi con claridad cómo la teoría de las inteligencias múltiples de Gardner se aplica en este contexto: algunos usuarios que no habían verbalizado nada en la sesión anterior, se mostraron muy cómodos imitando gestos o reaccionando ante los de los demás.
Fue clave mi actitud de modelado: al iniciar con un ejemplo claro, rompí el hielo y reduje el miedo al error, lo que permitió una participación más relajada y auténtica.
Observaciones personales
Esta sesión fue energizante. Me impresionó cómo algunos usuarios se mostraron más libres corporalmente que verbalmente, lo que me reafirma en la necesidad de diseñar actividades que permitan distintos canales expresivos. Noté también que hay emociones que generan más resistencia (como el miedo), quizás por dificultad para representarlas o por lo que evocan internamente.
Este tipo de actividad me permitió observar diferencias en la espontaneidad emocional entre los participantes, algo que será importante tener en cuenta en futuras propuestas más complejas. Personalmente, me sentí mucho más cómoda y conectada que en la sesión anterior: voy entendiendo mejor el ritmo del grupo y el valor de la presencia emocional como parte de mi rol.